Diferencias generacionales acerca de la salud mental
Hablar de salud mental cada vez es más común, pero ¿sabías el factor edad puede influir enormemente en quiénes buscan ayuda profesional?
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Dani Dariku & Ariana Calvo
2/7/20254 min leer
Salud mental: ¿Quiénes le dan importancia y consultan a un profesional?
Hablar de salud mental cada vez es más común, pero ¿sabías el factor edad puede influir enormemente en quiénes buscan ayuda profesional? Estudios recientes nos ofrecen estos datos y para entender el contexto actual te comentamos históricamente el desarrollo social en la conciencia sobre la salud mental.
Décadas de 1950 a 1970: Se promovieron políticas de desinstitucionalización, fomentando la atención ambulatoria y comunitaria en lugar del encierro prolongado en hospitales psiquiátricos.
Década de 1980: La salud mental empezó a ocupar un lugar más relevante en la agenda de organizaciones internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Décadas recientes: Las redes sociales y los medios digitales han desempeñado un papel clave en la difusión de información y en la lucha contra el estigma. También ha aumentado el acceso a recursos de salud mental y se han implementado políticas de apoyo en los ámbitos laborales y educativos.
Retos actuales y futuros
A pesar de los avances, en muchas culturas y contextos el estigma hacia los trastornos mentales sigue presente. Un estudio reciente de la Universidad de Costa Rica (UCR) reveló que un 70% cree que las personas con problemas de salud mental no pueden tener una vida plena y satisfactoria. Un 30,9% piensa que son personas débiles y un 22,4% considera que no deberían casarse.
Se requiere una mayor inversión en servicios de salud mental, especialmente en países de bajos y medianos ingresos.
La pandemia de COVID-19 evidenció la importancia de la salud mental, impulsando nuevas políticas y programas para garantizar un acceso más inclusivo y equitativo a los servicios de atención.
En definitiva, aunque se han logrado importantes avances, aún queda un largo camino por recorrer para asegurar que la salud mental sea una prioridad global y que todas las personas puedan acceder a los recursos que necesitan.
Baby Boomers (nacidos entre 1946 y 1964): Esta generación creció en un contexto donde hablar sobre salud mental era un tabú. Los problemas emocionales y psicológicos eran considerados temas privados, y quienes los experimentaban solían ser percibidos como "débiles".
Cambio: El estigma era muy fuerte, lo que llevó a muchas personas de esta generación a no buscar ayuda profesional. La depresión, la ansiedad y otros trastornos eran tratados con silencio o con métodos rudimentarios.
Generación X (nacidos entre 1965 y 1980): Durante la adolescencia y adultez de esta generación, se empezaron a reconocer los problemas de salud mental en espacios académicos y laborales. Las primeras campañas públicas de sensibilización y la incorporación de psicólogos en algunas escuelas permitieron dar los primeros pasos hacia una mayor apertura.
Cambio: La Generación X experimentó un punto de inflexión en la manera de abordar la salud mental. Aunque todavía enfrentaban barreras culturales y estigmas, se comenzó a valorar la importancia del bienestar emocional, especialmente en el entorno laboral y familiar. Fue una generación que, en su adultez, empezó a abogar por un mejor acceso a recursos psicológicos para sus hijos y actualmente representan un (59,9%) de quienes m’as buscan ayuda.
Millennials (nacidos entre 1981 y 1996): Los Millennials crecieron con un acceso creciente a la información, gracias a internet y la globalización. Esto permitió una mayor comprensión de los trastornos mentales y una disminución gradual del estigma asociado a ellos. A finales de la década de 2000, las redes sociales se convirtieron en un canal clave para hablar abiertamente de salud mental, compartir experiencias personales y difundir recursos.
Cambio: Esta generación lideró un cambio cultural hacia la normalización de la terapia psicológica, viendo el cuidado mental como una parte fundamental del bienestar general. Se volvió común hablar de trastornos como la ansiedad y la depresión, así como de la importancia de la autocompasión y la resiliencia de hecho los adultos entre 30 y 49 años son quienes más buscan apoyo (67,6%). No obstante, también enfrentaron nuevos desafíos, como el aumento del estrés y la presión social asociada al entorno digital.
Generación Z (nacidos entre 1997 y 2012): La Generación Z ha crecido en un entorno donde la salud mental es parte del discurso público habitual. Las redes sociales, influencers y campañas institucionales han promovido una conversación abierta y sin tabúes sobre el bienestar emocional. Además, han impulsado movimientos a favor de la inclusión, la diversidad y la empatía hacia quienes padecen trastornos mentales.
Cambio: Esta generación es la que más acceso ha tenido a recursos de salud mental desde edades tempranas. Muchos adolescentes y jóvenes adultos de la Generación Z consideran la terapia como una práctica normal y positiva. Sin embargo, también son quienes enfrentan mayores niveles de ansiedad y depresión debido a la constante exposición a las redes sociales y a un entorno mundial marcado por la incertidumbre (cambio climático, crisis económicas y pandemia).
Generación Alpha (nacidos a partir de 2013): Si bien es una generación muy joven, los niños de la Generación Alpha están siendo criados por padres (principalmente Millennials y algunos miembros de la Generación Z) que valoran el bienestar emocional y fomentan desde temprana edad el autoconocimiento y la regulación emocional. Se espera que esta generación crezca con un enfoque mucho más preventivo y positivo respecto a la salud mental.
Cambio: La incorporación de programas escolares de salud emocional, mindfulness y empatía podría transformar la manera en que las futuras generaciones comprenden y gestionan sus emociones. La normalización del apoyo psicológico desde la infancia será clave en su desarrollo.
La situación actual
Hoy en día, la conciencia sobre la salud mental ha avanzado considerablemente gracias al progreso en la investigación científica, la educación y las campañas de sensibilización. Se reconoce de manera generalizada que el bienestar mental es fundamental para la salud integral. Los enfoques actuales combinan terapias psicológicas, tratamientos farmacológicos y estrategias comunitarias. Además, los avances en neurociencia han permitido una comprensión más profunda de trastornos como la depresión, la ansiedad y otras afecciones